Redacción El País
El presidente español, el socialista Pedro Sánchez, quedó debilitado tras la renuncia de un estrecho colaborador por corrupción, pero descarta dimitir y buscará resistir, para lo que tendrá que contentar a sus irritados socios pero sin el peligro de momento de que la oposición pueda acelerar su caída.
La bomba cayó el jueves, cuando un juez del Tribunal Supremo vio “indicios” de que el número tres del Partido Socialista (PSOE), Santos Cerdán, estaría implicado en una trama de corrupción que adjudicaba contratos públicos a cambio de dinero, un escándalo por el que ya está siendo investigado el exministro José Luis Ábalos.
La noticia fue otro golpe para Sánchez, con varios frentes abiertos: su esposa Begoña Gómez, su hermano David Sánchez, el exministro de Transportes José Luis Ábalos y el fiscal general son objeto de investigaciones judiciales.
Un contexto ante el que la oposición exige insistentemente al líder socialista, en el poder desde 2018, que renuncie y convoque elecciones generales.

“La continuidad de Pedro Sánchez es insostenible. La regeneración de la vida pública española exige que el presidente dimita”, estimó ayer viernes en su editorial el periódico El Mundo. Para el diario ABC, “la situación es agónica para el presidente”.
Sánchez apareció el jueves con cara compungida en la sede del PSOE en Madrid para pedir “perdón” por el escándalo, pero descartando elecciones anticipadas y dispuesto a culminar su mandato en 2027.
El problema para Sánchez es que su socio de coalición, la izquierda radical Sumar, y los otros pequeños partidos que suelen dar su apoyo al Gobierno minoritario en el Parlamento, no quedaron satisfechos.
“No basta” con pedir “perdón”, advirtió Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y líder de Sumar, quien reclamó un cambio de rumbo del Gobierno.
Díaz dijo que debe haber unas relaciones “de igual a igual” con el PSOE y un giro de 180 grados en las políticas hacia lo social. “No basta con el perdón”, insistió.
Junts per Catalunya, el partido del independentista Carles Puigdemont, cuyo apoyo parlamentario fue clave para la última investidura de Sánchez, pidió una “reunión urgente” con los socialistas para valorar la “viabilidad” de la legislatura.

Para Paloma Román, politóloga de la Universidad Complutense de Madrid, “al final la salida que le va a quedar” a Sánchez para reconducir su mandato es someterse a “una cuestión de confianza” en el Congreso.
“Lo que tiene que hacer ahora Sánchez es amainar las críticas de los socios, dándoles más información y yendo a la cuestión de confianza”, aseguró la analista a la agencia AFP.
Una opción que por ahora no contempla el Gobierno. “El presidente tiene que seguir ganándose la confianza todos los días, como lo está haciendo (...) Tiene la obligación de sacar adelante su programa electoral, de no defraudar a millones de personas que le han votado”, afirmó ayer en la radio Cadena Ser Óscar López, un ministro socialista cercano a Sánchez, evasivo ante la pregunta de si se baraja una moción de confianza.
Censura, inviable
El portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster, igual reclamó al PP que presente una moción de censura contra Sánchez, como ya pidió el líder del partido de ultraderecha, Santiago Abascal, que ha suspendido su agenda en Paraguay, donde estaba de visita, y regresa a España tras conocerse el escándalo.
Pero una moción de censura en el Parlamento no es viable, ya que la oposición no cuenta con los apoyos suficientes para tener éxito. Efectivamente, Alberto Núñez Feijóo, el líder del Partido Popular (PP), el principal de oposición, descartó promover la moción de censura, para no darle “un balón de oxígeno” a Sánchez en el caso de fracasar. Más bien, llamó a los socios de Sánchez a reflexionar para “salvar algo de honor” y evitar ser “cómplices del mayor aluvión de corrupción”.
Por lo pronto es complicado que los socios le den la espalda a Sánchez, porque la alternativa sería un gobierno del PP con el apoyo de la extrema derecha de Vox. A Sánchez “no lo quieren dejar caer, no porque lo quieran mucho, sino porque lo que no quieren bajo ningún concepto es un gobierno de PP y Vox”, zanja Román.

En España, la moción de censura contra un presidente del Gobierno tiene que ser constructiva, es decir, el partido que la presente debe ofrecer un candidato alternativo, que debe contar con la mayoría del Congreso de los Diputados para echar del gobierno a quién esté, y el PP no tendría, de momento, los votos, ya que solo lo secundaría Vox.
Mientras los políticos oficialistas y opositores definen qué hacer, en las calles va creciendo el malestar con el gobierno. Cientos de personas se concentraron este jueves en las inmediaciones de la sede del PSOE para pedir la dimisión de Sánchez.
Entre un mar de banderas de España y también de la Guardia Civil, el cuerpo de seguridad que destapó el escándalo, unas 600 personas según la delegación del Gobierno, asistieron a la concentración, que fue secundada por dirigentes de Vox y el líder del grupo ultra Se Acabó La Fiesta (SALF), Alvise Pérez.
También asistieron personas encapuchadas radicales, algunos de los cuales ocuparon las primeras filas.
“No conocía nada”, dice el presidente de España
“Quiero pedir perdón porque hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán”, aseguró el jueves el presidente Pedro Sánchez, apenas momentos después de que el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, renunciara al partido y a su escaño como diputado. Sánchez afirmó que “no conocía absolutamente nada” sobre las irregularidades.