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Bachillerato Internacional: el programa educativo que prepara a los jóvenes uruguayos para los desafíos del futuro

Se trata de una propuesta educativa global que apuesta por el pensamiento crítico, la creatividad y la resiliencia, y que busca expandirse en Uruguay más allá del ámbito privado.

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En tiempos de cambios acelerados, avances tecnológicos y desafíos globales, la educación enfrenta el reto de formar estudiantes no solo con conocimientos, sino con habilidades para adaptarse, pensar críticamente y enfrentar esos desafíos. Bajo esa premisa, los programas del Bachillerato Internacional (IB) se posicionan como una propuesta educativa innovadora que busca formar jóvenes con pensamiento crítico, curiosos, creativos, comprometidos con su entorno y capaces de desenvolverse en un mundo en constante transformación.

Actualmente, en Uruguay, ya son diez los centros educativos que apuestan por este modelo, y desde IB, buscan expandir sus programas a otras instituciones no solo privadas sino también públicas.

Así lo manifestó el director general de IB, Olli-Pekka Heinonen, en su reciente visita a Uruguay. Según explicó, los distintos programas con los que cuentan —que están dirigidos a niños de 3 años hasta jóvenes de 19 años—, permiten brindarle a los estudiantes las habilidades para avanzar no solo a nivel educativo y universitario, sino en distintos ámbitos de la vida. “El IB no solo se destaca por sus evaluaciones, sino también por crear las habilidades para florecer en la vida universitaria y más allá”, aseguró Heinonen.

Marcar una diferencia

Una de las claves del IB es su enfoque pedagógico basado en la investigación y el aprendizaje significativo. “Es todo un método basado en investigación, que busca involucrar al estudiante en lo que está sucediendo a nivel global, lograr que sean capaces de realizar las grandes preguntas y también hacer una diferencia en el mundo”, explicó Heinonen.

El programa también promueve un sistema de evaluación que abre puertas en universidades de todo el mundo y busca que el estudiante alcance una comprensión profunda de la realidad local, pero manteniendo, al mismo tiempo, una mirada global. “Siempre conectamos muy fuertemente el contexto local con la idea de la mente internacional, para que el alumno pueda entender sus propios valores, cultura y lenguaje, pero también ser capaz de comprender diferentes culturas y trabajar en un mundo global”, indicó el director de IB.

En una actualidad cada vez más afectada por la desinformación, Heinonen destacó algunas herramientas que brinda IB que buscan lograr que el estudiante tenga un pensamiento crítico y cuestionador. “Entre la propuestas de IB, destacan asignaturas como Teoría del Conocimiento, que alienta al alumno a cuestionarse sobre qué es verdad, qué es conocimiento, cuáles son las diferentes formas de saber, y quién puede decir qué es cierto”, dijo el director.

Y agregó que el IB busca formar estudiantes resilientes, con confianza en sí mismos y preparados para lo impredecible. “Queremos que nuestros estudiantes estén seguros en sus vidas, pero también sean capaces de lidiar con las incertidumbres que sabemos que el mundo traerá”, expresó.

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IB busca formar jóvenes con pensamiento crítico, curiosos, creativos, comprometidos con su entorno y capaces de desenvolverse en un mundo en constante transformación

El impacto de la IA en la educación

El IB también prepara a los estudiantes con herramientas para enfrentar los retos que plantea el avance de la inteligencia artificial. En ese sentido, el director general del Bachillerato Internacional, reconoció que el auge de este tipo de tecnología en la educación trae consigo tanto oportunidades como desafíos. “Veo amenazas, como el pensamiento de que en el futuro habrá aprendizaje sin esfuerzo. Pero eso es imposible, porque para nosotros, los humanos, aprender siempre requiere esfuerzo”, advirtió.

Pese a esto, Heinonen destacó el potencial transformador de esta tecnología, que impulsa a replantearse qué competencias humanas deben priorizarse en la educación. “La inteligencia artificial cambia la cuestión de qué competencias humanas se vuelven más importantes: pensamiento crítico, creatividad, curiosidad, saber lo que es cierto y lo que no, encontrar la pasión y hacer una diferencia en la vida, son algunas de ellas”, opinó el director.

Según expresó Heinonen, el IB promueve una integración activa y consciente de la IA en el proceso educativo. “Incentivamos a los estudiantes a interactuar con la inteligencia artificial, a crear con ella, a usar su creatividad con esa herramienta y también a ser capaces de diseñarla y manejarla”, aseguró y subrayó la importancia de formar estudiantes preparados no solo para convivir con la tecnología, sino para liderarla.

Expandir el IB

Consultado sobre la posibilidad de expandir el IB a escuelas públicas de Uruguay, Heinonen fue optimista de que eso pueda suceder y puso como ejemplo casos de éxito en otras partes del mundo: “Definitivamente es posible. Lo hemos hecho en Japón, Corea del Sur, Grecia y Estados Unidos. Y creo que también podemos hacerlo en Uruguay y es algo que hemos estado discutiendo con las autoridades locales”, contó.

Sin embargo, reconoció que aún existen desafíos para que las escuelas públicas adopten los modelos de IB, como la capacitación y las competencias docentes necesarias para su correcta implementación. “Las escuelas necesitan entender y comprometerse con los enfoques pedagógicos del IB, y al mismo tiempo, los institutos de formación docente deben desarrollar cursos para que los profesores aprendan cómo llevar adelante los distintos programas de IB”, afirmó el director.

Agregó que la idea de tener el IB en las escuelas públicas, privadas e internacionales “es un objetivo estratégico” para la organización. “Queremos conectar el aprendizaje con los estudiantes y lograr tener un sistema educativo inclusivo y participativo que beneficie a todas las naciones”, sostuvo Heinonen.

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El programa promueve un sistema de evaluación que abre puertas en universidades de todo el mundo.

En cuanto a los requisitos para ofrecer el programa, explicó que las instituciones deben comprometerse con los enfoques pedagógicos del IB, desarrollar un plan de formación docente y cumplir con estándares específicos en evaluación, enseñanza y bienestar estudiantil.

“El IB, a diferencia de otros programas, realmente prepara a los estudiantes para un mundo que aún no sabemos qué desafíos traerá. Queremos que estén listos para enfrentar lo impredecible y triunfar. La incertidumbre no tiene que significar inseguridad”, concluyó Heinonen.

Actualmente, en Uruguay, hay diez centros educativos que ofrecen algunos de los 4 programas del IB, que se extienden desde la primera infancia hasta el final de la secundaria, abarcando a estudiantes de entre 3 y 19 años. La organización continúa trabajando para ampliar esta red y lograr una educación transformadora y global para más estudiantes.

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